No me quedé sin ideas, ni estoy abandonando el blog. Lo que pasó fue otra consecuencia de ese desorden químico que a veces se instala en mi cuerpo sin pedir permiso. Esta semana estoy retomando mi rutina con algo que llamo pseudo-normalidad digital. Dejé de forma intencional la creación de contenido para el final de mi lista, no por falta de ganas, sino para tener algo más nutritivo que contarte.
Evitaré caer en un desahogo emocional sin rumbo, y mejor pasemos a lo importante: cómo levantarte después del bajón, cómo involucrar a tu red de apoyo, y cuándo es necesario reconocer que descansar no es rendirse.
Volver al inicio cuando todo se enreda
Cuando todo se vuelve un nudo emocional, solo queda regresar a lo básico. Da igual cuánto te prepares mentalmente: si vivís con una condición como la bipolaridad (o cualquier comorbilidad que te acompañe día a día), ese día puede llegar sin previo aviso.
📝 Aprendé a tomar nota de lo que te pasa. Vivir con una condición significa, muchas veces, reconocer que ciertos episodios son cíclicos, y si fueron provocados por algo externo como un medicamento, hay que identificarlo. Anotalo. Guardalo. Es tu cuerpo y tu proceso. El médico te orienta, pero vos tenés que saber cuál fue el detonante de ese huracán interno.
Una vez identificado el problema, sentate, respirá y regresá al punto de partida. Empezá desde cero si hace falta. Un paso a la vez. Machu Picchu no se construyó en un día, y tu salud mental tampoco se va a restaurar de la noche a la mañana. Te va a tomar el tiempo que te tenga que tomar, y está bien.
Contactá a tu red de apoyo, contales qué pasó, y hagan los ajustes necesarios. Si tu médico necesita cambiar el tratamiento, adelante. Si tu rutina tiene que adaptarse temporalmente, hacelo sin culpa. A mí me tomó dos semanas y media empezar a sonreír de nuevo y sentir que volvía a ser yo.
La montaña rusa de la aceptación social
Sé lo difícil que es mostrarse tal como uno es, sobre todo cuando hablamos de salud mental. Nos vuelve vulnerables. Y nadie quiere parecer débil frente a los demás.
Pero mostrarse como sos no siempre es una invitación a que te ataquen. A veces, mostrarnos rotos nos da espacio para reconstruirnos con piel nueva, esa que se forma cuando aprendés a sanar desde adentro. No le tengas miedo a tu verdad. Quizá te sorprenda darte cuenta que dentro de vos hay más amor, más paciencia y más sinceridad de la que has mostrado hasta ahora.
Dormir no está sobrevalorado (ni un poco)
El sueño es sagrado. Para quienes vivimos con trastorno bipolar, dormir bien no es solo un descanso: es una necesidad vital. Es prevención pura. Es amor propio.
Tu descanso no se negocia, al menos no mientras estás en proceso de volver a tu centro. Programá tus horas de sueño, defendelas como defenderías a un hijo. En serio. Dormir bien es una de las piezas más importantes para mantener la estabilidad.
¿Cuándo vas a sentirte listo?
Lo sabrás. Tu cuerpo lo va a decir antes que vos. La mente se va aclarando. El corazón se siente menos pesado. Vas a darte cuenta que ese peldaño que parecía imposible ya lo estás cruzando, y que hay otros esperando ser subidos.
Y ahí, en medio de todo eso, tus proyectos vuelven a tener sentido.
Yo estoy justo en ese punto. Sonriendo de nuevo. Volviendo.